La luz de la Garrotxa, un paraíso fotográfico

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La luz de la Garrotxa, un paraíso fotográfico

10 Jul

Me llamo Carlos Alonso y soy fotógrafo de paisaje y viajes. Como tal, mi objetivo es capturar y transmitir la belleza de un lugar a través de imágenes que trasladen al espectador una inquietud por conocer este lugar.

La Garrotxa es un paraje que he visitado cientos de veces, y hoy en día todavía encuentro oportunidades para descubrir nuevos lugares y buscar la fotografía soñada. La combinación de tradición, mundo rural y luces de sueño es muy tentadora, acogedora y atractiva.

Todos los fotógrafos buscamos una variedad que nos permita alimentar la creatividad y la necesidad incesante de crear. Tener al alcance un territorio tan diverso es un lujo y un buen recurso para inspirarse. Esta variedad es alimentada por los grandes cambios estacionales que, combinados con una luz diferente cada vez, crean infinidad de posibilidades.

Por un lado, cuenta con la riqueza de sus paisajes, que varían totalmente en función de la época del año. La conocida Fageda d'en Jordà, rodeada de volcanes, un bosque frondoso en primavera y en verano donde se puede disfrutar de una variedad de verdes intensos, cambia completamente en otoño, cuando todos los colores, desde el amarillo al magenta más intenso, están presentes como si fuera una paleta de pintor. La Alta Garrotxa ofrece imágenes más abruptas, con aguas cristalinas en los ríos y pozas, rodeados de paredes majestuosas que hacen del terreno no sólo un lugar muy fotogénico, sino también un lugar donde disfrutar de diferentes actividades según la estación. Por ejemplo, en verano podemos bañarnos, caminar y perdernos entre la riqueza de este lugar salvaje y menos concurrido. Es por ello que repetir visitas en diferentes épocas del año es garantía de éxito.

Otro de sus encantos son los diferentes pueblos que forman la zona, desde Besalú a els Hostalets d’en Bas: todos tienen una peculiaridad en común, y es que son pueblos bonitos y tranquilos, donde puedes encontrar inspiración fácilmente, desde las fachadas de las casas llenas de plantas y detalles en las calles adoquinadas y los puentes llenos de historia. Y si hablamos de historia, no hay mejor manera de introducirse en sus tradiciones que a través de los muchos festivales que se celebran durante las diferentes estaciones del año: te transportan a épocas pasadas y, por tanto, puedes revivir y crear momentos mágicos con tus fotografías.

La experiencia fotográfica, y en última instancia un resultado satisfactorio, no pasa sólo por tener una buena cámara y estar en el momento y el lugar adecuados. Para poder transmitir y apreciar las sutilezas de un lugar, hay que estar en contacto con la gente local, visitar el mismo lugar varias veces y tener la suerte de que las condiciones sean favorables.

Por ejemplo, pasear por un bosque y de repente encontrarte un pintor o un fotógrafo observando y trabajando pausadamente, y poder iniciar una agradable conversación que te lleve a descubrir un lugar que te recomienden. O algo tan sencillo como ir a comprar el pan a uno de los pueblos y dejarse llevar por las ganas de compartir los locales: de repente te encuentras sentado en un banco escuchando historias y descubriendo la existencia de rincones poco conocidos que seguro que merecen una visita.

Todo ello combinado te hace tener la certeza que seguro tendremos capturado un instante irrepetible y relevante.