Rutas antiguas, caminos de futuro

Cultura

Rutas antiguas, caminos de futuro

10 Jul

Desde los inicios de la humanidad nos hemos movido a través de aquellos "pasos" que la geología y los bosques nos han permitido, y mediante ellos nos hemos comunicado entre los territorios. El gran geógrafo Pierre Vilar decía: «La naturaleza propone, el hombre dispone». Sobre estas primeras rutas "sugeridas", La evolución histórica y cultural ha hecho nacer casas, pueblos, ciudades, y la necesidad de construir cada vez más y mejores más perfectas infraestructuras viarias. En época moderna, una de las iniciativas más potentes fue la construcción del camí ral (o siguió, real) que salía de la ciudad de Barcelona, ​​pasaba por Vic y Granollers, atravesaba el Collsacabra y bajaba en la Vall d’en Bas, para luego, desde Olot, trepar hacia la Vall de Bianya, llegar a Camprodon y subir hasta Molló y al Coll de Ares, donde desde el año 1659 (Tratado de los Pirineos) se había situado en la frontera con el reino de Francia. De este camino conservamos básicamente 2 tramos, que hoy han convertido en dos elementos imprescindibles del patrimonio y del turismo cultural y deportivo de la Garrotxa: la (mal llamada) "vía romana" de Capsacosta (construida entre 1683 y 1730), y el camí ral o camino "del Grau" que unía Vic y Olot (hecho entre 1729 y 1731). De los años 90 hasta hoy, gradualmente los caminos antiguos han erigido como uno de los nuevos focos de interés cultural, tanto para los historiadores y arqueólogos como para las asociaciones lúdicas y deportivas de Nuestro país.

Una de estas fórmulas ha cogido protagonismo en los últimos cuatro años porque se han producido dos aniversarios de efemérides históricas de una cierta envergadura: los 80 años del inicio de la Guerra Civil Española (1936 a 2016) y, lógicamente, los 80 años de su finalización (1939-2019), un final que comportó, además, un exilio masivo de personas afines a la República que tuvieron que marchar del Estado para sobrevivir y encontrar oportunidades fuera de la dictadura. Una parte muy importante de este exilio se produjo en dirección a Francia, a través de viejos caminos que utilizaban los arrieros y contrabandistas.

En enero y principios de febrero de 1939, los territorios cercanos a la frontera, como la Cerdanya, el Ripollès, la Garrotxa y el Empordà, vivieron la afluencia masiva de soldados y familias que procuraban pasar "al otro lado ". Desde Camprodon y Molló ya hace tiempo que se están potenciando y señalizando las rutas de "la Retirada", sobre todo hacia el paso de cuello de Ares en dirección a Prats de Molló, uno de los lugares que ha proporcionado imágenes más icónicas de ese momento. La proximidad con la Garrotxa hace que estas rutas sean una opción de senderismo perfectamente practicable desde nuestra comarca.

Las diversas rutas seguidas por los exiliados, y el recuerdo de aquellas personas en su entrada en la Cataluña del Norte (sobre todo en el Conflent, el Vallespir y el Roselló), marcó profundamente las vidas de los habitantes de un lado y el otro. El dramatismo de la gente famélica y enfredorida, la mirada desvanecida de muchos soldados y el sufrimiento de las familias era constante: «Recuerdo la desesperación de los que tenían que tirar las maletas en un barranco o dejarlas al margen de la carretera para que no podían arrastrar tanto peso. Nosotros también tuvimos que hacerlo y llegamos a la frontera con la ropa y el dinero que llevábamos encima», escribió Joan Alavedra (padre del ex consejero Macià Alavedra, también presente en los hechos, cuando era niño).

El 2 de febrero del año 2019, el Patronato de Estudios Históricos de Olot y Comarca (PEHOC), siguiendo la iniciativa de la Comisión Cisquet y la Amical de Antiguos Guerrilleros, coorganizó una caminata popular por la Alta Garrotxa reproduciendo la ruta de muchas de las personas que huyeron en los últimos días de la guerra. El itinerario comenzó con la inauguración de una señal de Memorial Democrático situado cerca del hostal de Sadernes, donde se explica el recorrido. La caminata se inició, precisamente, desde el Hostal en dirección hacia el monasterio de Sant Aniol d’Aguja, y se cruzó el río en varias ocasiones. De allí enfilamos hacia el hostal de la Muga, pasando por la capilla de Sant Corneli, para cruzar poco después "la raya" y llegar a Sant Llorenç de Cercdans: «Porque nos perdone la guerra, / que el ensangrienta, que la destruye / antes de pasar la raya / me adorrillo y beso la tierra / y le acaricio con el hombro», escribía Pere Quart en sus Corrandes de exilio. Este es el camino que siguió la familia de Francesc Serrat y Pujolar, Cisquet, hijo del último alcalde republicano de Olot, fusilado por los franquistas, recientemente homenajeado en la capital de la Garrotxa. La edición de este año ha contado, también, con una cálida acogida de los hermanos nortecatalanes y, sobre todo, con una meteorología cómplice: ninguno de los participantes olvidaremos la visión de un Canigó nevado, iluminado y majestuoso por detrás la silueta de las casas de Sant Llorenç.

La buena acogida de las ediciones de 2019 y 2020 hará, si nada cambia, que repetimos la experiencia en 2021. Las razones del éxito de la iniciativa son muchas: por un lado, está la confluencia de varias entidades, como el Consorcio de la Alta Garrotxa, el Centro Excursionista Banyoles y Tosca, además de las ya mencionadas. Por otro, excepcionalidad de aquel país montañoso: el camino de los exiliados también es un camino de paisajes exuberantes, rico en patrimonio natural y cultural, territorio de pintores y poetas... Sin duda que los caminos históricos y su interpretación, puesta al alcance del público, es uno de los potenciales en los que nuestra comarca, y su zona más agreste, la Alta Garrotxa, sobresalen.